En el camino de acompañar a las personas en sus procesos emocionales, en este caso el de sanar una ruptura amorosa o como coloquialmente decimos “superar una tusa”, nos encontramos con la pregunta común de si realmente existe una fórmula que nos diga el ¿cómo hacerlo?, el tipo de conclusión al que solemos llegar es que es muy difícil generalizar, pues cada proceso es único y como individuos tenemos diversas formas de afrontar las pérdidas, separación y duelos; seguramente si examinas cada una de las rupturas que has vivido ha sido distinta. Sin embargo, pareciera existir un factor que es común a esta experiencia y es la presencia del dolor.
Si pensamos en lo que la palabra “ruptura” significa probablemente pensemos en algo que se daña, algo que se quiebra y esto inherentemente implica algún grado de sufrimiento; por eso existen algunas rupturas que procesamos más fácilmente y otras que nos dejan muy afectados y entonces la pregunta nos lleva a pensar si ¿es posible atravesar o superar una ruptura sin salir fatalmente lastimado? Claramente aquí nos encontramos con que la naturaleza de lo que vivimos va a depender de muchas causas conscientes e inconscientes que influyen; como el momento del ciclo vital en el que estamos, nuestro estado emocional, los patrones y las dinámicas de la relación, los rasgos de personalidad de cada uno, los tipos de apego, las formas en que afrontamos los duelos, y el contexto particular en que se haya dado la ruptura.
Pues bien, aunque mi experiencia como terapeuta me ha mostrado que hay algo inevitable en el dolor y que nos la ponemos más difícil cuando lo evitamos o lo negamos, finalmente estamos en la búsqueda de alivio y aunque a veces nuestros deseos vayan en contravía de lo que nos genera bienestar; he acompañado a personas que, se han demostrado a sí mismas que es posible vivir un proceso en el cual se puede afrontar el cambio con el menor daño posible, reparar, crecer, aprender, fortalecerse y transformarse; y esto en gran medida, a la final va a definirse por las decisiones que se toman en el proceso, pues muchas veces el mayor daño no lo hace la ruptura sino lo que pasa en torno a ella y definitivamente actuamos de forma particular cuando vivimos con una herida que puede llegar a ser muy profunda, por eso la clave está en elegir qué hacer con el dolor.
Desde este lugar, te comparto algunas recomendaciones que pueden apoyarte si estás atravesando una ruptura amorosa respondiendo dos preguntas muy comunes; la primera en lo que tiene que ver con tu proceso individual ¿Qué me puede ayudar?
- Abraza el dolor y acéptalo. Claro que duele, porque has perdido, porque no es fácil irse de un lugar en que querías estar, porque hay mucho de ti puesto en ese vínculo que está cambiando, porque probablemente tenías expectativas.
- Permítete sin juicio, sentir esas emociones que tal vez no sean muy agradables pero hacen parte del proceso, como la duda, la confusión, la ansiedad, la incertidumbre, la culpa, la rabia; darles un nombre y ponerlas afuera evitando dañar al otro hace parte crucial del proceso.
- Procura reconocer los recursos tanto internos como externos con los que cuentas y muévelos a tu favor. Busca y activa tus redes de apoyo y recuerda que te tienes a ti mismo.
- Enfócate en reconocer la temporalidad del dolor y de las emociones como hechos pasajeros, ve un día a la vez y cuando te sientas preparad@, aprovecha el tiempo para reconectar con tus sueños, metas, proyecciones.
- Escribe. Existen varios tipos de escritura que utilizamos para distintos fines reparadores como exteriorizar, procesar, dar forma, transformar lo vivido, encuentra una forma que te funcione y házlo parte de tu rutina.
- Busca ayuda profesional, te acompañará a sentir que no estás solo y podrás trabajar en distintos objetivos no solo elaborar el duelo, sino conocerte más a ti mismo a la luz de las relaciones. Especialmente si has salido de situaciones de violencia o aparecen síntomas que te pueden llevar a algo más grave como una depresión.
La segunda gran pregunta ¿Qué hago frente al otro, cómo es eso de ser un buen ex? como terapeutas no decimos qué hacer, pero si guiamos para que te puedas empoderar. Para ello quisiera compartirte las siguientes recomendaciones:
- Un ejercicio que utilizo en terapia para aclarar la toma de decisiones basado en el autoconocimiento es responder a la siguiente tríada poderosa: ¿Qué siento? ¿Qué quiero? ¿Qué necesito? Tal vez al inicio sea difícil discernir, pues aunque parece sencillo, a veces confundimos lo que queremos o deseamos con lo que en realidad necesitamos; o bien ponemos de lado lo que queremos porque nos guía nuestra parte herida.
- Enfoca tu decisión de mantener o no contacto basado en el principio de responsabilidad afectiva. ¿Esto que hago es sano para mí y para el otro?
- Ten claro cuáles son tus límites y cómo la presencia del otro en tu vida tras una ruptura puede mantener un sufrimiento de forma innecesaria. Cada decisión que tomas, es una acción que tendrá un impacto a futuro.
- Busca apoyo profesional, inclusive una ruptura amorosa es algo que también se puede hacer de forma compartida en una terapia de pareja, esta puede ser una manera de acompañar el proceso y honrar la relación buscando disminuir la posibilidad de daño.
Ps. Verónica Escovar Mora
Mg. Psicología Clínica
Psicoterapeuta Encuadre S.A.S